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Ya no estoy aquí: una historia sobre la pérdida de la identidad

Más lenta dura más, es más relajada y con más sentimiento

Constantemente pertenezco al grupo de insufribles que se queja de no tener buen cine en su país, y no porque no conozca suficientes buenas películas mexicanas sino porque las que encuentro en el cine son la misma basura reciclada una y otra vez. No sé quién creyó que sería buena idea producir una película de Mirreyes vs Godínez ni tampoco entiendo por qué fue tan bien recibida por el público. Algunos críticos opinan que el cine es un reflejo de la sociedad, donde buscamos ser reconocidos y representados, sin embargo los mexicanos fácilmente se conforman con producciones basura que les saquen una risa o dos y que estereotipa al mexicano como un estúpido sin profundidad. 

Es por eso que Ya no estoy aquí me pareció una cinta tan relevante para nuestra cultura, ya que retrata una de las múltiples realidades que se pueden encontrar en nuestro país, no únicamente al darle visibilidad a una de las subculturas más icónicas y criticadas de los latinos, sino también por incluir problemáticas reales que terminaron por desmoronar la normalidad a la que vivían acostumbrados los mexicanos en el sexenio de Felipe Calderón. Si bien existe un gran porcentaje de espectadores que consideraron a Ya no estoy aquí como una película aburrida, vacía y pretenciosa, existimos quienes logramos encontrarle un significado que se quedó con nosotros aún después de verla.

Dejando de lado las opiniones del público, la realidad es que es una película que ha obtenido mucho reconocimiento a nivel mundial. Dirigida por Fernando Frías y protagonizada por Juan Daniel García Treviño (siendo su primera interpretación), ganó diez premios Ariel incluyendo el premio por mejor dirección, mejor revelación actoral, mejor guión original y mejor diseño de arte, entre otros. A su vez, se dice que será la película seleccionada para representar a México en los próximos premios Oscar.

Ya no estoy aquí es la historia de Ulises, un adolescente regiomontano perteneciente a la subcultura cholombiana de Monterrey.

Una vinculación especial con Colombia –empujada por la afición por la cumbia, que se popularizó en ciertas zonas de Monterrey a finales de la década de 1960– junto a la influencia de los "cholos" llegados de EE.UU. explican el nombre de Cholombianos.

Ulises es un joven bailarín que disfruta de pasar el tiempo con sus amigos Los Terkos, así como asistir a bailes populares y sonideros. Aunque sea un joven reservado, se lleva bien con todo su barrio y es especialmente querido por su clica, sin embargo, llega un momento en el que se ve envuelto en un conflicto entre carteles que lo deja mal parado y se ve obligado a huir a Estados Unidos por el bien de sus familiares y seres queridos.

Este conflicto entre carteles hace referencia directa a la guerra contra el narco que se desató en el sexenio de Felipe Calderón y que causó que se incrementara la inseguridad en ciudades del norte (principalmente) como Monterrey. 

Al verse obligado a escapar, llega al barrio de Queens en Nueva York donde descubre que todo su mundo y todo lo que estaba acostumbrado a ser perdió el sentido. Mientras lo abruma una nostalgia inmensa por haber abandonado a su familia y sus amigos, se niega a soltarlos y a echar raíces en su nueva ciudad. Conoce a una joven china llamada Lin que se interesa en su estética y forma de ser, aunque Ulises tiene nulo interés en ser recíproco. 

Para Ulises es de vital importancia mantener su identidad e intenta acoplarse a la nueva ciudad haciendo bailes por dinero, sin embargo y en completo contraste a lo que estaba acostumbrado en su ciudad natal, se enfrenta a obstáculo tras obstáculo. Eventualmente, derrotado, decide deshacerse de lo que lo hace quien es: corta su cabello y cambia su vestimenta con el fin de “encajar” una vez que intentó de todo y descubrió que era la única opción. A su vez, regresa a México convertido en un drogadicto nostálgico sin ambiciones que intenta seguir escapando de su realidad, añorando volver al momento en el que se sentía parte de algo.

Ya no estoy aquí es una desgarradora pero bellísima historia de la pérdida de la identidad y lo que le puede hacer a una persona: vivir acostumbrado a tu mundo para después salir y enfrentarte al mundo real es un golpe que pocos pueden soportar. El título de la cinta se refiere a esto: la persona que conocimos al inicio dejó de existir por razones fuera de su control. Es trágico y doloroso, pero real.

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