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Chacal con calavera

 “Y sin embargo, seguimos siendo de la misma especie”

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

México es un país abundante en cultura y riqueza natural, es fácil recorrer cada estado y encontrar nuevas razones para enamorarte de cada lugar y de su gente. Sin embargo, es también un país corrompido desde la raíz donde un hombre con la ambición suficiente da la orden y destruye cualquier obstáculo que se le interponga para lograr sus objetivos, incluso si ese obstáculo es otro ser humano.


El documental La libertad del Diablo por Everardo González se enfoca en contar las historias de esos seres humanos que resultaron afectados como parte del daño colateral de algo más grande, algo de lo que ellos no aceptaron formar parte. Historias llenas de pérdida e impunidad donde incluso los culpables parecieran no ser dueños de sus decisiones ni del camino que tomó su vida.

En la vida existen sensaciones placenteras y desagradables, y experimentar cada una de ellas es lo que nos impulsa a valorarlas. Sin embargo, hablando desde el privilegio, creo que hay cosas que una persona no debería llegar a sentir. Creo que una madre no debería conocer el sentimiento de ver a sus hijos ser llevados para nunca volver, no debería recorrer las carreteras en búsqueda de sus cuerpos ni debería desenterrar sus huesos con sus propias manos. 


Las tragedias son parte de la vida y llega un momento en el que la única añoranza del alma es por la sensación de justicia; el porqué de las cosas pasa a segundo plano y sólo se busca que quien haya sido capaz de realizar tanto mal pague recibiendo un castigo equitativo. Pero en el caso de un joven sicario reclutado a los 14 años ¿no pagará el castigo por el resto de su vida? Una persona cuya existencia se ha visto destruida por el entorno violento en el que creció probablemente ya fue castigado por las circunstancias. 


En México no existe la justicia y parece irreal aspirar a alcanzarla. No existe un organismo que nos proteja o haga pagar a los culpables, en cambio, el contexto sociocultural crea victimarios que a su vez resultan ser víctimas intentando sobrevivir. En un país con un porcentaje tan alto en pobreza, elegir deja de ser una opción. Muchos de los violentos que destruyen familias son meras personas que se vieron obligadas a sacrificar la bondad de sus almas por no tener un mejor camino que seguir. 

La libertad del Diablo retrata la realidad a la perfección; al final, todos los afectados no son más que un par de ojos llorosos con el alma destrozada por órdenes de terceros. Órdenes del verdadero diablo de la historia, quien se regocija en riquezas, poder, impunidad y libertad.




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